Hacer frente a esos momentos estresantes que a veces vivimos en el trabajo y, además, sacar provecho de ellos es posible. La palabra clave: resiliencia.
Si echamos mano de la física, la resiliencia se refiere a la capacidad que tienen algunos materiales para recuperar su forma o su posición original después de haber sido sometidos a una fuerza de doblado, de estiramiento o de compresión. Es decir, esta curiosa y magnífica propiedad les permite volver a su forma natural en poco tiempo.
El concepto científico nos viene muy bien para entender qué es la resiliencia aplicada al mundo profesional ya que, a veces, en nuestros puestos de trabajo, pasamos por momentos estresantes que requieren de nosotros algún tipo de adaptabilidad especial, requieren de nosotros que seamos resilientes. Pero eso, ¿en qué consiste?
La resiliencia como ventaja competitiva
Se dice que alguien es resiliente cuando es capaz de recuperarse con rapidez de una situación adversa. En el mundo laboral, esto suele coincidir con una crisis de desempeño para la que necesitaremos de un trabajo consciente y voluntario de renovación. En el fondo, más allá de un concepto psicológico, la resiliencia es una gran herramienta que genera una ventaja competitiva, que aporta mucho en los equipos de trabajo y que puede convertir los momentos laborales decisivos de un empleado, de un grupo o de una empresa en una oportunidad de crecimiento.
Entonces, ¿cómo son las personas resilientes? La respuesta tiene mucho que ver con la forma de pensar y de afrontar el estrés, porque en general una persona resiliente se caracteriza por ser realista, flexible y con esa capacidad crítica que le evita exagerar las situaciones.
La adaptabilidad, un aliado esencial de la resiliencia
Vivimos en un mundo absolutamente cambiante liderado por los descubrimientos científicos y los desarrollos tecnológicos. Estos cambios afectan también, por supuesto, al ámbito laboral. Por eso la flexibilidad y la adaptación son esenciales para desenvolvernos en medio de ellos.
Jim Collins, en su libro Empresas que perduran, apunta que de las 50 compañías más sobresalientes en los últimos cincuenta años solo 18 seguían en 1990 y, de ellas, solo 12 en el año 2000. Para Collins, el problema de todas esas empresas radicó en su parálisis, en su falta de resiliencia y de transformación a los nuevos tiempos.
Y algo así puede suceder con el desarrollo profesional. Según los expertos, lo más probable será que ahora los empleados que están accediendo por primera vez a un puesto de trabajo tendrán que reinventarse hasta 15 veces durante su vida laboral.
¿Y si lo hago de otra manera?
El economista Keynes decía que “la dificultad no radica tanto en el desarrollo de nuevas ideas como en escapar de las viejas”. Y es que la creatividad ya no es propiedad exclusiva de perfiles artísticos y plásticos, sino que se ha extendido a cualquier ámbito laboral.
Por eso, otra de las características esenciales de la resiliencia es plantearnos ante muchas de las situaciones del día a día “¿Qué pasa si lo hacemos de esta otra forma?”, un plus competitivo que nos ofrecerá nuevas posibilidades en el desempeño de nuestras tareas y, probablemente, en los resultados.
Fuente: Imago Consultores, Grandes Pymes, Desempeño 3.0: guía básica para el crecimiento personal, de José M. Peinado