Los grandes cambios no suceden sin más. Normalmente vienen empujados por la necesidad de adaptarse a situaciones inesperadas. Sobre todo, cuando esa situación aparece de pronto, afecta al mundo entero en su conjunto e impacta sobre la salud de las personas, la economía global y la seguridad.
Sí, hablamos de la pandemia de la COVID-19. Y es que el coronavirus ha llegado para desordenarnos una vida que creíamos estable e inmutable. Ahora, la idea de oficina tradicional se ha quedado obsoleta y las personas han tenido que trabajar durante esta nueva normalidad desde donde sus empresas, su salud, su situación familiar u otros criterios personales les han permitido.
Ante esta sobrevenida realidad, repensar los espacio de trabajo y darles una nueva dimensión se vuelve hoy más importante que nunca. En una época en la que nos hemos visto obligados a distanciarnos, muchas empresas están apostando por espacios laborales que promueven la sociabilización, la innovación y la conciliación. ¿Cómo es posible? Porque contamos con la tecnología como principal aliado y porque las culturas corporativas comienzan a darse cuenta de que las esferas laborales y personales (con sus luces y sus sombras) cada vez tienen menos definidos sus márgenes. En este nuevo escenario, el trabajo ya no es un lugar al que acudir, sino una actividad que desempeñar.
¿Qué voy a leer en este artículo?
El espacio de trabajo como fruto de su tiempo
Inevitablemente, los espacios laborales evolucionan al ritmo de los cambios sociales o económicos de su época, ya lo hemos visto. El trabajo en la era industrial estaba claramente separado de la vida personal de los operarios. Los espacios físicos en los que se desempeñaban las tareas, como las fábricas, estaban lejos de las casas o de los centros urbanos, algo que tenía todo el sentido sobre todo si se trataba de actividades peligrosas, hediondas o ruidosas.
Pero poco a poco se fue invirtiendo el modelo. Los recursos y servicios que los trabajadores necesitaban para vivir se aproximaron a los lugares de trabajo: restaurantes, colegios, viviendas, farmacias… Un sistema que proponía el acercamiento de la vida personal a la vida laboral para facilitar, al menos a priori, la calidad de vida de los trabajadores.
“En este nuevo escenario, el espacio de trabajo ya no es un lugar al que acudir, sino una actividad que desempeñar”
Como decíamos al inicio de esta reflexión, la pandemia ha venido a dibujar un nuevo escenario por el que durante muchos meses el trabajo se ha colado directamente en las casas y nos ha forzado a organizar la esfera laboral y la privada de manera integrada.
Puedes sacar la pasta del tubo de dientes, pero no puedes volver a meterla: la experiencia de estos meses ha generado tal revolución en los espacios de trabajo que ya nunca volverán a ser los mismos. Durante este tiempo ha quedado patente que la eficiencia de las personas no va ligada a la presencialidad y que el teletrabajo, incluso, se ha convertido en una oportunidad para incorporar a los equipos a personas bajo el criterio solo de su cualificación sin importar la ubicación de su domicilio. Sin embargo, algunos estudios que celebran muchos aspectos del teletrabajo, también destapan inconvenientes como el exceso de videollamadas, quizá el mayor lastre para la productividad en remoto.
Con estas mimbres hay que proponer nuevas cestas: oficinas que favorezcan la sociabilización, la colaboración entre equipos, el bienestar de las personas, la sostenibilidad y, como consecuencia, el aumento de la productividad.
“Los nuevos espacios de trabajo promueven la sociabilización, la innovación, la sostenibilidad y, por tanto, la productividad”
Nuevos espacios de trabajo construidos por y para las personas
El modelo de trabajo de las fábricas o de oficinas divididas en cubículos individuales fueron historia. Los empleados han dejado de ser un número para convertirse en lo que realmente son: personas. Cada una de ellas con unas cualidades, intereses, necesidades y situaciones personales diferentes.
En este sentido, los nuevos espacios de trabajo deben ser lugares abiertos, donde los trabajadores dispongan no solo de un horario flexible de entrada y de salida, sino también de la opción de trabajar en cualquier parte del edificio sin la obligación de estar en el mismo escritorio día tras día.
Se busca que las personas interactúen entre ellas, que surjan sinergias entre los distintos departamentos y que los profesionales puedan realizar su jornada laboral desde el lugar en el que sean más productivos y también más felices.
Por eso, ya son bastantes las grandes empresas que ponen a disposición de su fuerza laboral oficinas con espacios al aire libre y mesas de trabajo compartido.
Además, también es clave la inclusión y la conexión de una plantilla diversa, donde cada uno pueda aportar lo mejor de sí mismo. Por no mencionar que la conciliación entre la vida personal y profesional está influyendo de forma determinante en la concepción de estos lugares. En definitiva, está surgiendo un nuevo modelo de oficina en el que las personas están en el centro.
La tecnología como el aliado imprescindible
Una de las consecuencias más inmediatas de la crisis del coronavirus y el auge del trabajo en remoto fue la digitalización de los procesos. Si algo aún no estaba online o en la nube, pronto lo estuvo. Las plataformas de videollamada y las ‘calls” empezaron a formar parte de sectores donde antes ni siquiera habían tenido un mínimo lugar. Y docenas de plataformas de gestión y administración digital se popularizaron rápidamente para hacer más fácil el trabajo y la comunicación de los millones de personas que, de la noche a la mañana, habían dejado de reunirse en la oficina o el lugar de trabajo.
La tecnología ha demostrado ser un aliado imprescindible a la hora de diseñar estos nuevos espacios de trabajo. Y no va a quedarse aquí. Una de las últimas novedades es la posibilidad de tener reuniones a distancia, pero simulando estar en una misma habitación gracias a la realidad aumentada.
“La tecnología ha demostrado ser un aliado imprescindible a la hora de diseñar estos nuevos espacios de trabajo”
Además, gracias a las innovaciones digitales podemos trabajar en espacios más flexibles y abiertos, puesto que, al tener todos nuestros archivos y documentos en la nube, no es necesario que estemos atados a un mismo sitio estático de trabajo.
Los nuevos espacios de trabajo serán sostenibles o no serán
En el nuevo modelo de oficina, la sostenibilidad adquiere el protagonismo que viene demandado desde hace años, y tener un impacto positivo en el planeta pasa a ser indispensable en estos espacios.
El consumo responsable de recursos es fundamental. No solo hablamos de agua y energía, sino también de un bien que, durante décadas, ha sido el protagonista de todos los procesos que involucran a una empresa: el papel. Las oficinas paperless aparecen con una clara intención: reducir el consumo de este material para ahorrar espacio y residuos al planeta. En este artículo te contamos más sobre este sistema.
Cuando trabajar en remoto no era para todos
La naturaleza de algunas actividades tal vez no permita a priori grandes cambios en los lugares desde los que se realiza, como la industria, la construcción, el transporte, el comercio minorista o la atención médica. Eso es cierto. Pero analizar las diferentes tareas que se desempeñan en esos sectores y desglosarlas ofrece un escenario más optimista respecto a este cambio estructural en los sitios de trabajo. Si bien un ingeniero de obra tiene que estar allí donde se construye, muchas tareas de planificación, logística o diseño no dependen del lugar físico donde se realice. Gran parte del trabajo que a menudo se piensa que depende inmutablemente de la ubicación resulta no serlo. Tecnologías como la realidad mixta para controlar una planta desaladora o la realidad virtual para aprender operaciones de riesgo sin necesidad de practicarlas in situ no son más que un ejemplo. Por lo que cada vez más sectores tendrán que reflexionar sobre este cambio de paradigma.
Todos estos cambios apenas están comenzando. Aún queda un largo camino por recorrer para lograr una transformación profunda que dé respuesta a este nuevo mundo y forma de vivir. Impulsar una oferta más diversa, espacios inclusivos, accesibles, sostenibles, con la tecnología necesaria integrada y con la incorporación de servicios asociados, serán condiciones indispensables de estos espacios. Lugares desde los que trabajar, pero también desde los que impulsar el desarrollo sostenible que el planeta y las personas necesitan.
Fuentes: